A raíz de una publicación en facebook sobre un campeonato de béisbol en el que dos equipos del este de la República Dominicana se enfrentaron en una final emotiva (Uno de ellos tenía 51 años sin ganar un campeonato, mientras que el otro había ganado en el 2011), uno de ellos ganó y se coronó ganador (el que tenía medio siglo sin ganar), mientras que los fanáticos del otro equipo celebraron el esfuerzo de llegar a la final con caravanas y emotivos posts en facebook.
A la publicación que me refiero, hacía énfasis en que celebrar una derrota era de frustrados, y que el pais debía unirse a apoyar al actual campeón que iba a representar al país en el Torneo de Béisbol del Caribe. A continuación, mi comentario que considero relevante y oportuno para responder de una vez por todas:
¿Es de frustrados celebrar las derrotas?
Eso va a depender de a quién se le pregunte, intrínsecamente, a que generación pertenece.
Los llamados millenials, antes generación del yo, son peculiares, ampliamente estudiados y famosos por todas sus peculiaridades: son yoistas, individualistas (eso les hace parecer egoístas), ambiciosos y acostumbrados a la vida fácil (comparado a como vivían las otras generaciones, vamos), sobre todo, fueron criados en medio de un culto a la mediocridad y conformismo: ¿a qué me refiero y a qué se debe?
Sus padres, los babyboomers (la generación a la que pertenece el autor de esta publicación) y/o generación x en algunos casos, crecieron en una sociedad exigente, donde o ganabas o te ganaban, si ganabas, celebrabas, si te ganaban, le dejabas el espacio para que el ganador disfrutara y te retirabas a seguir preparándote para preparar tu plan de triunfo.
Esto trajo dos fenómenos: los ganadores babyboomers educaron a sus hijos para que fueran los mejores en todo, siempre, porque sabían, que solo los mejores obtenían la gloria de ganar. Sin embargo, los babyboomers que no alcanzaban tal nivel pedido en esos tiempos, algunas veces frustrados o vencidos por la decepción de perder o ser promedio, a sus hijos mimaron y trataron de crear una cultura de recompensa por "el esfuerzo" para el cliché de: "que no pasen por lo que yo pasé".
¿Los resultados? Son dos, primero:
Un grupo de jovenes adultos desde los 80 hasta los 99' (no vamos a introducir al análisis a los generación z), conformistas, a quienes si sacaban 70 en calificaciones le daban una estrellita por el esfuerzo, donde hay premios de consolación al perdedor y que se conformen porque "intentaron", y donde por hacer algo "promedio" se celebraba.
De igual forma, las cosas les son dadas de forma más fácil: antes a su edad, debían trabajar, ahora, solo debían pedir. Este tipo de cosas es que dio como resultados que esta generación se sienta orgulloso de haber intentado y haberse esforzado (o sea, me ganaron pero lo intenté, i must celebrate).
El otro resultado:
Los hijos de los ganadores no son conformistas, no celebran derrotas, y no están satisfechos con lo promedio, hacen todo con excelencia y ellos mismos se exigen al máximo.
Es por esto, que, al cruzarse con uno de los otros jóvenes conformistas les produce cierta apatía su "mediocridad" y que quieran que se lo celebren. (Ejemplo: Gana una persona un concurso de matemáticas internacional, al llegar al colegio no solo le celebran su primer lugar sino que también le celebran el 8vo lugar a su otro compañero, "porque se esforzó". Esto le resta el merito a quien sí lo logró).
Esto es un análisis entre la cultura y psicologia de las masas.
Las generaciones tienen distintas forma de pensar, aun no sé si estoy de acuerdo con celebrar o no el esfuerzo, solo sé que es cuestión de la idiosincrasia con la que cada uno fue criado.
En conclusión: si a usted lo criaron en la cultura del conformismo, culto a lo promedio y premios de consolación: es natural celebrar "esfuerzos" sin embargo, si usted fue criado para ser excelente y ganar, el esfuerzo no se celebra, sino que se prepara para en la próxima ocasión ganar y celebrar con merito.
A la publicación que me refiero, hacía énfasis en que celebrar una derrota era de frustrados, y que el pais debía unirse a apoyar al actual campeón que iba a representar al país en el Torneo de Béisbol del Caribe. A continuación, mi comentario que considero relevante y oportuno para responder de una vez por todas:
¿Es de frustrados celebrar las derrotas?
Eso va a depender de a quién se le pregunte, intrínsecamente, a que generación pertenece.
Los llamados millenials, antes generación del yo, son peculiares, ampliamente estudiados y famosos por todas sus peculiaridades: son yoistas, individualistas (eso les hace parecer egoístas), ambiciosos y acostumbrados a la vida fácil (comparado a como vivían las otras generaciones, vamos), sobre todo, fueron criados en medio de un culto a la mediocridad y conformismo: ¿a qué me refiero y a qué se debe?
Sus padres, los babyboomers (la generación a la que pertenece el autor de esta publicación) y/o generación x en algunos casos, crecieron en una sociedad exigente, donde o ganabas o te ganaban, si ganabas, celebrabas, si te ganaban, le dejabas el espacio para que el ganador disfrutara y te retirabas a seguir preparándote para preparar tu plan de triunfo.
Esto trajo dos fenómenos: los ganadores babyboomers educaron a sus hijos para que fueran los mejores en todo, siempre, porque sabían, que solo los mejores obtenían la gloria de ganar. Sin embargo, los babyboomers que no alcanzaban tal nivel pedido en esos tiempos, algunas veces frustrados o vencidos por la decepción de perder o ser promedio, a sus hijos mimaron y trataron de crear una cultura de recompensa por "el esfuerzo" para el cliché de: "que no pasen por lo que yo pasé".
¿Los resultados? Son dos, primero:
Un grupo de jovenes adultos desde los 80 hasta los 99' (no vamos a introducir al análisis a los generación z), conformistas, a quienes si sacaban 70 en calificaciones le daban una estrellita por el esfuerzo, donde hay premios de consolación al perdedor y que se conformen porque "intentaron", y donde por hacer algo "promedio" se celebraba.
De igual forma, las cosas les son dadas de forma más fácil: antes a su edad, debían trabajar, ahora, solo debían pedir. Este tipo de cosas es que dio como resultados que esta generación se sienta orgulloso de haber intentado y haberse esforzado (o sea, me ganaron pero lo intenté, i must celebrate).
El otro resultado:
Los hijos de los ganadores no son conformistas, no celebran derrotas, y no están satisfechos con lo promedio, hacen todo con excelencia y ellos mismos se exigen al máximo.
Es por esto, que, al cruzarse con uno de los otros jóvenes conformistas les produce cierta apatía su "mediocridad" y que quieran que se lo celebren. (Ejemplo: Gana una persona un concurso de matemáticas internacional, al llegar al colegio no solo le celebran su primer lugar sino que también le celebran el 8vo lugar a su otro compañero, "porque se esforzó". Esto le resta el merito a quien sí lo logró).
Esto es un análisis entre la cultura y psicologia de las masas.
Las generaciones tienen distintas forma de pensar, aun no sé si estoy de acuerdo con celebrar o no el esfuerzo, solo sé que es cuestión de la idiosincrasia con la que cada uno fue criado.
En conclusión: si a usted lo criaron en la cultura del conformismo, culto a lo promedio y premios de consolación: es natural celebrar "esfuerzos" sin embargo, si usted fue criado para ser excelente y ganar, el esfuerzo no se celebra, sino que se prepara para en la próxima ocasión ganar y celebrar con merito.